Fue el invierno el que me llevó a ella. Cuando la descubrí por fin, estuve un largo rato sentada en la hierba mirándola , imaginando historias. La capilla y el ciprés. Manteniéndose firmes e inseparables por los siglos de los siglos. ¿ Cuántos como yo antes se habrían sentado allí a contemplar y pensar ? Monjes, peregrinos recorriendo el Camino , vecinos, turistas …Era mi momento. Y tuvo que ser en invierno; con la soledad y el sonido del rio al final del prado como únicos compañeros.
Supe de la existencia de la Capilla del Ciprés ( Samos, Lugo ) mientras me documentaba para escribir mi proyecto final de carrera, que trazaba una particular ruta por los principales monasterios de Galicia ( que algún día publicaré ). Desde entonces se convirtió en una visita pendiente para mí.