Esta es la historia de un día siguiendo un mapa. Un mapa que ahora contemplo arrugado, vivido, y que marca una ruta salpicada de lugares especiales: de Punta Candieira a Cabo Ortegal. Entre dos faros, viajamos recorriendo los acantilados más altos de Europa.
El punto de partida
El desayuno es la comida más importante del día, a no ser que sea un desayuno “bataneiro” , que entonces se convertirá probablemente en la única comida del día. Un año más, he reservado este año unos días de mis vacaciones para escaparme a Casa do Batan. No puedo evitarlo. Una vez que lo pruebas, repites. Es un hotel que crea adicción.
Así, mientras decidía si hincarle el diente a la bica o devorar una magdalena, le pedí a Antón que me sugiriera una de sus rutas particulares para ir a visitar la zona.
Esta vez nos fuimos rumbo a Cabo Ortegal.
Decidiendo: ¿Qué vamos a visitar?
¿Nos hacemos la ruta entera deprisa y corriendo o escogemos una parte y la visitamos detenidamente ? Pues depende de cada viajero. Yo soy de las que prefiere tener un destino establecido pero no me importa perderme por el camino si merece la pena. No me gustan los viajes programados. Me agobian. Y si estoy de vacaciones menos.
Esta vez tenía claro que quería pasar por San Andrés de Teixido, así que quedaron fuera de la ruta paradas como el Semáforo de Bares, el archifamoso “Mejor banco del mundo” de Loiba o la hermosa Playa de Picón que ya había visitado no hacía mucho.
Punta Candieira
Lección aprendida: si un cartel te indica que a partir de determinado punto no pueden circular coches, es que no pueden circular coches. Y menos si la carretera es estrecha, con curvas pronunciadas y el coche es grande.
Eso es lo que me pasó cuando quise ir a visitar el Faro de Punta Candieira. Después de dejar atrás unos caballos que pastaban tranquilamente con unas vistas impresionantes dedicímos seguir bajando… en coche. Recuerdo otra situación parecida, subiendo en autobús a los Picos de Europa. Esa sensación de vértigo que te dice que de un momento para otro en la curva vas a salir rodando para abajo.
Fue un momento divertido y un alivio encontrar una cuneta algo más ancha en la que después de unas cuantas maniobras conseguimos dar la vuelta. ( por suerte no conducía yo , o aún estaba allí ).
No son solo las vistas, es el lugar, la sensación de aislamiento. Alucinante
Bosque Fosilizado
Carretera para recorrer sin prisas la que pasa al lado del curioso Bosque Fosilizado . Me costó verlos, pero si Antón ( Casa do Batan ) dice que merece la pena la visita, obedientemente aparco y disfruto.. del paisaje.. y de las risas buscando los petroglifos… ( Suerte de los carteles )
San Andrés de Teixido
Ya es la tercera vez que voy, así que espero no tener que volver transformada en insecto. (Aunque hay personas que , como diría mi mejor amiga, merecerían arrastrarse como gusanos por allí para toda la eternidad ) Y es que la sabiduría popular advierte: “ A San Andrés de Teixido vai de morto quen non foi de vivo” . Creas o no en tradiciones, la visita al pequeño pueblo y a su blanca capilla merece hacer un alto en el camino. Los acantilados más altos de Europa, en plena serra de A Capelada son su paisaje de fondo.
Esta vez no me traje la famosa “herba de namorar” ( que dicen que se ha de poner en el bolsillo de la persona a la que quieres enamorar…) ni bebí de la «fuente de los tres caños» para pedir un deseo…. Pero lo que sí hice fue probar un pescado que nunca había probado: el marraxo. Me encantó.
Garita de Herbeira
A 615 metros de altitud, la Garita de Herbeira es el punto más alto de la Serra da Capelada.
Sin duda uno de mis descubrimientos mas alucinantes de este viaje. Impresionante el viento, el paisaje. La sensación de soledad del lugar, si tienes la suerte como fue mi caso de visitarla sin apenas gente, es abrumadora. Y al dejar de mirar hacia el mar, justo del otro lado de la carretera, un impresionante parque eólico.
Este verano justo se ha habilitado un pequeño parking que permite parar incluso a autobuses para visitar la garita. No dejes de hacerlo. Eso sí, si tienes melenón, átate el pelo … 😉
Faro de Cabo Ortegal
Desde niña he sentido atracción por los faros, por eso siempre que tengo alguno cerca voy a visitarlo. De todos los que he visitado, ninguno como éste. No sabría decir que fue. Posee una fuerza increíble .
Tras el faro, regreso por carreteras diseñadas para soñar.. Y al llegar de vuelta a Casa do Batan.. unos dueños fabulosos nos esperaban bajo el hórreo para comentar el día y compartir risas y confidencias. ¿ Se puede pedir más ?