Mestre, Ribeira de Piquin (Galicious)

Regreso a Mestre, el lugar donde sanan las almas

Cuando has tocado fondo y tu mente se refugia en un punto de amarre para volver a remontar.

¿Te suena esa sensación? De repente todo se va a negro, toda tu vida parece desmoronarse a pasos agigantados, pierdes la ilusión por todo… pero hay algo que te mantiene con una mínima esperanza. Una lejana ilusión de hacer algo, ver algo o a alguien, que no te deja caer del todo… Es una pequeña luz al final del tunel. Un rayo de sol al final de la tormenta.

Hace muchos meses que no escribo en Galicious.

Tenía un montón de post en borrador, en mente, fotos preparadas… Todo se paró el pasado 10 de mayo cuando, tras una revisión de control y diferentes pruebas, me dijeron que el cáncer había vuelto a asomar la garra. Cuando ya pensaba reincorporarme al trabajo y a mi vida normal, otra vez me metía de lleno en la tormenta. El duro tratamiento de quimioterapia, esta vez más agresivo, la inesperada muerte de Fusco, mi panterita negra, y otros problemas familiares hicieron que me fundiera.

Y mi pequeña luz al final del túnel mientras me enfrentaba a las largas horas de quimio, a las pruebas, a los infinitos pinchazos, al duelo… siempre era el mismo; volver a casa. Volver a Mestre.

Olor a figueira y menta

Y aquí estoy. Sentada en el escano de la añorada cocina de casa. Como tantas otras veces he escrito en este blog.

Esta vez es todo diferente. No están mis padres y apenas he podido disfrutar  6 dias contados de mi paraíso particular. He hecho mil fotos del paisaje, fotos que repito cada año. También unos cuantos selfies de recuerdo. En todos tengo un brillo especial a pesar del cansancio y de llevar un pañuelo en la cabeza. Ya me he acostumbrado a ir con la cabeza cubierta. A más de uno casi se le desencaja la mandíbula al verme, pero este año es lo que toca. Efectos secundarios de la quimio.

Tampoco están aquí mis queridos compis barceloneses de paseos por Mestre. Lo mucho que os echamos de menos.. No solo yo, también Pastor, y vuestros vecinos vitorianos, que también están aquí sanando su alma tras un año complicado y con los que este año he compartido momentos tan inolvidables como divertidos. Y es que a veces donde menos te lo esperas encuentras a alguien con tus mismas vibraciones… O a un oso 🤭❤️

Es curioso. Todos son como yo. Todos necesitamos Mestre para desconectar y regenerarnos, para sanar.No nos des otro lugar en el mundo. Aquí está nuestra casa aunque ninguno hayamos nacido aquí. 

Y nuestra casa, nuestra aldea de Mestre, sigue igual. Quizá un poco más salvaje. Como cada año que pasa, que es más diifcil o casi imposible pasear por antiguos caminos y corredoiras. Es una pena que se dejen abandonados. Este año no podré ir a mi árbol porque es imposible pasar por el camino.

La Casa do Mendez huele a figueira y menta. De la fuente de delante de casa sigue brotando agua. La hierba crece sin control y el prado asemeja una selva. Las hortensias están espectaculares. El hórreo verde sigue impertérrito aguantando el paso del tiempo.

La última noche en mi burbuja de felicidad

Escribo este post en la última noche de este viaje en la casa. Me siento muy feliz por los momentos vividos pero empiezo a sentirme algo triste porque mañana me tengo que marchar. Se me encoge el corazón solo de pensarlo. Se que en cuanto cierre la puerta empezaré a llorar y no pararé mínimo hasta pasar O Chao de Pousadoiro. Cada año es peor. Sobretodo desde que estoy enferma. Es sentir que te arrancan de tu tierra, y además, en ella se quedan todas esas personas, lugares, recuerdos que tan felices me han hecho. Por no hablar de Pastor. Quien me lo iba a decir a mi, pero gracias a él he ido un poco más allá a la hora de superar mi fobia a los perros. Como no hacerlo si es un ser mágico al que todo el mundo adora.

Sentir que te arrancan de tu mundo para volver a la cruda realidad.

En apenas cuatro días me esperan analíticas y la visita con mi oncólogo. Y si todo va bien, de nuevo a por otra dosis de quimio. Me quedan dos.

Esta vez tendré más presentes que nunca estos momentos vividos durante estos pocos días. Y como siempre, soñaré con volver a casa. A Mestre. 

Ojalá pueda hacerlo pronto.

Seguimos. 

Bajo la Tormenta.

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Mónica Castelao

Necesito sentir para escribir. Me gusta escribir con el alma. Barcelonesa de nacimiento y gallega de sentimiento. Mis padres son los culpables de esta pasión por la tierra que los vio nacer. Y esa tierra, Galicia, es la que hace brotar mi particular forma de escribir. Profesora de Turismo y Marketing. Enamorada de Ribeira de Piquín.

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Sobre la autora

Turismóloga reconvertida en Profesora de Turismo y Marketing | Bloguera | |Enamorada de Ribeira de Piquín | Fan de a-ha y de los gatos negros.