A veces una simple llamada telefónica puede parar tu mundo. Te cambia los planes, te cambia la percepción de las cosas, y es posible que te suma en la tristeza más profunda. El pasado jueves yo recibí una llamada de esas, de las que te hace parar y ver todo con otra perspectiva.
He estado pensando mucho en si debía escribir o no este post, pero siento que algo dentro me empuja a hacerlo.
De todos es sabida mi pasión por Galicia. Esa pasión la comparto especialmente con dos personas: con mi padre, y con esa persona tan especial para él y para mí que el jueves se marchó para poder ver todos los días a su querida Ribeira de Piquín desde el cielo.
A él le quiero hacer hoy este pequeño homenaje. Para decirle que siempre le recordaré. Para agradecerle el habernos contagiado a todos de ese amor por la tierra. Por su cariño y por su sonrisa.
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Hasta siempre M.