«Amanece. A través de la ventana del balcón mi habitación en el pazo, veo levantarse la niebla lentamente en el valle; al fondo, comienza a dejarse ver la silueta de un monasterio junto a una torre en lo alto de una cima… «
Podría ser el inicio de una novela ambientada en otro siglo, pero es una sensación real que experimenté no hace mucho cuando me alojé en el Hotel Palacio de Sober ( 5 * GL ) en la Ribeira Sacra lucense.
Hace un par de veranos, mi curiosidad hotelera, me llevó a visitar este hotel, que hacía pocos meses que había sido inaugurado. Estuve en la terraza de su cafetería y en sus jardines pasando la tarde y tuve la suerte de que me enseñaran alguna de las zonas nobles del hotel. Desde ese día supe que volvería, pero para alojarme y disfrutar de la experiencia de dormir allí una noche. Y en este caso, la experiencia superó con creces la expectativa.
«Llegué al Palacio de Sober una fría noche de invierno…..» y este es el relato de mi estancia de lujo, que sin duda repetiré:
Lo primero que me llamó la atención fue la entrada al recinto, solemne. Un arco de piedra medio derruido marcaba el inicio de un hermoso camino, rodeado de árboles y vegetación diversa, que conducía hasta el Palacio.
Al final del camino, Una fuente de piedra, y detrás de ella ,el Palacio, me daban la bienvenida y el efecto de la iluminación y el cielo estrellado de invierno todavía hacían que la estampa fuera más impresionante.
Una vez dentro del hotel, mientras hacía el check-in sentada en un sillón frente a una imponente mesa, el recepcionista me iba explicando un poco de la historia del edificio y cómo había llegado a convertirse, después de una laboriosa restauración, en el lujoso Hotel que es hoy en día.
El hotel se erige sobre las ruinas del antiguo Palacio de la familia López de Lemos y la parte más antigua que se conserva es del S.VII. Puedes ver más información sobre la historia del edificio en su web.
Después del registro, siguió una breve ruta por las zonas nobles en la que seguí recibiendo interesantes explicaciones sobre el edificio, su historia y las instalaciones del hotel: restaurante, salones, cafetería, spa, jardines,…
Y finalmente llegué a la habitación: Impresionante. Si quieres vivir una noche en un entorno único, no dejes de alojarte en este hotel.
La habitación era inmensa, con techos altos de vigas de madera , paredes de piedra …y muy confortable: cama enorme, televisión de pantalla plana, zona de sillones, un baño de impresión y completísimo set de amenities de Azzaro.
La que me asignaron a mi tenia un balcón típico, con sus puertas de madera y las espectaculares vistas a los jardines y al valle, con la ciudad de Monforte de Lemos de fondo.
Contaba además con un espacio con sofás y una pequeña ventana con vistas a los jardines laterales, en la que se sentía una sensación increíble al sentarse junto a ella y ver el mismo campo que siglos atrás habrían contemplado igual de maravillados otros ojos.
Otro de los motivos que me hicieron alojarme en este hotel fue probar la comida de su restaurante Dona Branca, dirigido por el chef Marco Varela, ganador del tercer premio al “Mejor Cocinero de España 2011” .
Así que, después de tomar una siempre apetecible Estrella Galicia en la cafetería, me dirigí a cenar al restaurante que, por cierto, está ubicado en lo que antiguamente eran las caballerizas del Palacio.
Decidí probar el Menú Degustación ( compuesto por 6 platos: aperitivo, dos entrantes, pescado, carne, prepostre y postre, a cuál de ellos más apetecible ) y me deje asesorar en cuanto al vino, y la elección fue de lo más acertada, un Mencía «Val da Lenda», elaborado en una bodega cercana. De la comida sólo puedo decir que estoy deseando volver unos días a Galicia para escaparme a comer de nuevo allí. Un espectáculo gastronómico para el paladar.
No sería mi última experiencia gastronómica en el Dona Branca. A la mañana siguiente, mientras la espesa niebla iba descubriendo el valle, volví al restaurante a tomar el desayuno. Siguiendo con la misma linea de la cena, impresionante. Servido en la mesa, un mini buffet personalizado, incluyendo la opción de solicitar además platos calientes , fruta , zumos a parte:
Después de desayunar, hice un recorrido por el hotel, para admirar las obras de arte que lo decoran, entre otras cuadros como «La bien pagá» de Agustín Úbeda o una curiosa composición de María Cavaco con dos asientos de avión. Merece la pena perderse por sus rincones.. y en la última planta, subir hasta la azotea para disfrutar de una panorámica de 360 º de todo el valle.
Cuando terminé de recorrer todos los rincones del hotel salí a dar un paseo por los jardines que rodean el Pazo, desde donde pude contemplar con la luz del día la majestuosidad del edificio enclavado enmedio de los espectaculares jardines.
Después de un plácido paseo , llegó el momento de abandonar el hotel, prometiéndome a mi misma que volvería, esta vez para una estancia más larga.
Me subí al coche, encendí la radio, y mientras salia del hotel por el camino del que te hablaba al principio, recordé que no había hecho ninguna foto del arco que tanto me había gustado la noche que llegué, así que me bajé del coche y la hice:
Cuando me volví a subir al coche, la radio seguia encendida .El programa se estaba terminando y su presentador se despedía de la audiencia hasta la semana siguiente. Menos de un mes después, yo estaría sentada en ese mismo estudio, el de el programa «Come e Fala» y ese locutor, José Manuel García, me estaría entrevistando….. y yo sin saberlo.
Actualmente este establecimiento es gestionado por la cadena Eurostars