Estoy en un tren de cercanías , camino de Barcelona. La señora que va sentada a mi lado va leyendo la prensa y en la portada las fotos del tren de Santiago descarrilando. Se me saltan las lágrimas.
Llevo casi 48 horas de bloqueo mental. Aunque ninguno de mis amigos ni familiares iba en ese tren, siento como si me faltara un trozo en el alma.
El 24 fue un día extraño. Era la primera vez en años que me iba a perder los fuegos del Apóstol ( los veo siempre por internet ) porque tenía una cena con unos amigos,a los que ya dudo si los puedo considerar así. Después de un enfado y decepción monumentales decidí coger el tren y volver a casa. Como dice una persona muy querida: «las cosas pasan por algo» y ,dentro de lo malo, vería los fuegos de mi «querido Santi» , y seguro que me sentiría mucho mejor.
Pero poco antes de las 21h leí un tweet que lo cambió todo: un chico colgaba una foto reciente del accidente, decía que era en Angrois y que parecía grave. Le pregunté vía whatsapp a un amigo que vive cerca de Santiago donde quedaba ese sitio…»a la entrada de Santiago» me dijo. El resto es historia.
En Santiago y pocas horas antes de los fuegos del Apóstol…¿ Por qué ? Parecía imposible.
Desde entonces tengo un nudo en la garganta. Sólo quiero llorar. Por todas esas víctimas, por que la ilusión que tan bien conozco de volver a la tierra o de llegar a Galicia se les desvaneció en apenas unos segundos; por sus familias, por el sufrimiento indescriptible de perderlos.
Estoy emocionada por la reacción de todos: desde los bomberos, médicos, policías, voluntarios, vecinos…… Realmente los gallegos somos especiales. Increíbles. Será nuestra tierra que nos ha hecho así….
Ayer fui incapaz de hacer casi nada; pero de las pocas cosas que hice fue leer dos post que me emocionaron por lo que se explicaba en ellos. En ambos reflejada la experiencia vivida desde el otro lado; desde los que hicieron todo lo posible por salvar y ayudar a los pasajeros de ese maldito tren.
En uno de ellos, una amiga, Inés, contaba experiencia vivida por uno de los primeros bomberos en llegar al lugar del accidente, su marido, Jaime: MATIBASCORNER: La tragedia vivida desde el otro lado.
En el otro, un médico, Juan Ramón, amigo de un amigo, Alberto, explica en primera persona esa experiencia que sin duda, al igual que a todos los que allí estuvieron, le marcará de por vida: Juan Ramón Villanueva: Negra sombra, Brillante Luz
Aunque este a más de 1000 kilómetros, estoy más «en Galicia» que nunca. Se qué este sentimiento lo compartirán muchos ( si no todos ) los gallegos que estamos desperdigados por el mundo. El corazón roto, como si nos faltase un trozo.
Hoy estoy triste, abatida. Necesitaba expresarme para poner un punto y seguido en este duelo interno.
DEP