«Quien sabe degustar no bebe jamás el vino, sino que degusta secretos». ( S. Dalí )
En mis idas y venidas en coche a Galicia y a Euskadi, siempre que cruzaba la zona de la Rioja pensaba que un día pararía y me iría a visitar unas cuantas bodegas y monasterios. Ha sido hace pocos días cuando he decidido cumplir con esa promesa que me hice a mí misma y me he perdido 3 días turisteando entre viñas. Y he pensado en escribir este post para que te inspire si algún día decides hacer esa ruta “Fuera de Galicious”. No es una guía de viaje , que de esas ya hay muchas, es la crónica de mi viaje, de lo que visité, de lo que me gustó y de lo que me decepcionó soberanamente. Por si te sirve de inspiración.
Inicié mi periplo en la rioja Alavesa, el martes a las 16,30 , en la Bodega Marqués de Riscal ( Elciego ). Lo que me hizo escogerla como primer destino fue sin duda el Hotel diseñado por Frank Gehry. Aunque esta vez no iba a alojarme en él, sí quería ir a conocer su Wine Bar, y por eso la elegí. Y la visita resultó ser de lo más entretenida. Mención especial para Esther, la guía que nos acompañó. Con sus completas y amenas explicaciones aprendí un poco más sobre vino y sobre el proceso de elaboración , la historia de la bodega …. Y el impresionante hotel, visto desde fuera, con esa combinación de colores : violeta, oro y plata que iban cambiando de intensidad a la vez que se apagaba la luz del dia.
Ví anochecer tomando un par de vinos en el Wine Bar, con visión directa a la iglesia de San Andrés. Un lugar al que volveré sin duda.
El día siguiente lo empecé alucinando por tener que dejar mi bolso en la tienda cutre de recuerdos en la que venden las entradas para visitar la Catedral de Santo Domingo de la Calzada. No es la primera catedral que visito y nunca , nunca me habían hecho dejar el bolso. Enfurruñada pagué los 4 euros pertinentes de la entrada para ir a visitar… una colección de clicks de famobil… ( con todos mis respetos para los amantes de los clicks ). Supongo que mi estado anímico influyó, pero me decepcionó bastante la visita. Catalogada como Catedral a visitar una vez, y no más.
Por suerte me resarcí en mi siguiente visita, majestuoso , el Monasterio de Santa María la Real de Nájera. ( Gracias Fidel por la recomendación ) No había nadie visitándolo, por lo que la sensación de paz y viaje temporal fue total. Me gustó todo: el Claustro de los Caballeros, el Altar Mayor.. Me sobrecogieron el Panteón Real y la Cueva. Nunca había estado en un sitio parecido. Por momentos sentí hasta escalofríos. Todos los reyes allí enterrados, y la cueva insertada en la montaña…
Tras una sesión de tapas sin nada especial que resaltar, me dirigí al hermoso pueblo de Laguardia, de nuevo en la Rioja Alavesa. De nuevo viaje a la Edad Media y bajo la lluvia aún más hermoso para recorrerlo. Allí hice caso a la recomendación que me hizo mi amiga Marta y fui a visitar la Bodega El Fabulista. Una vez más, tuve la suerte de no compartir visita con nadie más, así que César nos hizo de perfecto anfitrión explicándonos el proceso artesanal de elaboración de sus vinos , que era el polo opuesto a la elaboración que nos explicaron el día anterior. Me gustó ese contraste de una gran bodega como Marqués de Riscal vs una bodega familiar y más pequeña como esta. Nos contó también curiosidades del pueblo ( ¿sabías que el subsuelo de la parte dentro de muralla está repleto de antiguas bodegas y que debido al peligro de hundimiento está prohibida la circulación de vehículos en el interior? ). Sin duda lo que mas me gustó de toda la visita fue la cata guiada por César, que me enseñó de verdad cómo se cata un vino. Genial.
Y por la noche tocaba visitar Logroño. Una tercera recomendación, esta de mi amigo Víctor, me llevó a probar el restaurante Tondeluna. Y esta vez mi experiencia fue lamentable. Tal vez mis expectativas eran demasiado altas, o tal vez esa no era la noche del restaurante; pero el tener que esperar 20 minutos entre platos en un menú degustación, unas patatas fritas flexibles y los gritos de cuatro clientas borrachas me amargaron la noche. No volveré.
A la mañana siguiente, aún con el cabreo por la estafa de la noche anterior dándome vueltas a la cabeza, me dirigí a San Millán de la Cogolla. Hace muchos años, cuando empecé a apasionarme por la Edad Media, cayó en mis manos un poster del interior de Monasterio de Suso que inmediatamente colgué en mi habitación. Me encandiló esa imagen.
Tras comprar mi entrada en las taquillas que hay al lado del Monasterio de Yuso, cogí un bus que en pocos minutos , tras recorrer un hermoso y arbolado camino, me dejó a las puertas de Suso. ( No se puede acceder en coche particular ) . Solo puedo decir que a pesar de llevar una guía y un grupo de 20 personas conmigo, conseguí abstraerme en ese espacio. Tiene algo mágico. Me hubiera gustado saber más cosas, pero la visita apenas duró 20 minutos y no nos contaron muchas cosas. Aún así, es un sitio especial que merece la pena la visita.
Al bajar decidí no visitar el Monasterio de Yuso porque no me convencía lo que se veía en la visita ( rara que es una ) y preferí quedarme con la magia de Suso. Eso si, me acerqué a la hospedería a tomar un café. Si vas , fijate en las vigas que hay sobre la barra del bar.