Alguna vez he hablado de la morriña, esa llamada que la tierra me hace cuando salgo de Galicia de regreso a Barcelona. Hoy la tierra me dice que he vuelto a casa. Estoy en mi lugar. Esa es la sensación que me hechiza cuando llego a la aldea, a pesar de no haber nacido en ella. Puedo viajar a lugares fantásticos, lejanos, maravillosos… pero en ningún sitio me siento tan Galicious, tan feliz, como aquí.
Estoy sentada en el banco que hay en la puerta de casa . Este mismo banco en el que tantas veces se ha sentado toda la familia, los que están y los que ya nos dejaron. Ese banco que si hablara contaría las mil conversaciones vividas a lo largo de décadas y décadas…
Delante de mí, la fuente que nace en el prado frente a la casa y el rumor del aire en los árboles son mi banda sonora. Sólo veo montañas, árboles y un hórreo verde que una tía abuela paterna se empeñó en pintar de ese color….. y ahí sigue.
Podría quedarme aquí para siempre. Sé que alguna de las personas que me lean sabrán de lo que hablo….
Desde hace años los vecinos de Mestre ( que así se llama “mi” aldea ) se sorprenden de que prefiera venir aquí de vacaciones antes que estar en cualquier otro sitio… ¿ hay algún sitio mejor ? Tal vez sea una nostálgica, pero no cambio por nada todos los veranos vividos con mis primos ( Eva, Félix, Maite y Estibaliz ) y con el resto de mi familia. Cuando era pequeña presumía en el cole al volver de verano de mis vivencias en la aldea. Los festivales de gaita y empanadas que hacíamos en casa ya de más mayores, o las escapadas nocturnas a la fiestas de pueblos vecinos ( y no tan vecinos ) aún nos dan tema de conversación hoy en día.
Me gusta venir aquí porque , por más que pasen los años, toda la aldea es como una gran familia para mí, y aunque por desgracia ya falte mucha gente, el abrazo, la sonrisa y la charla pausada y alegre siempre me reciben. Y el paisaje, aunque algunos caminos ya están invadidos por la maleza, su esencia sigue intacta.
Me voy a grabar esta tarde de domingo en la mente. Cuando esté de vuelta en casa, de regreso a la actividad frenética, recordaré este momento especial en Ribeira de Piquín, y sonreiré nostálgica.
Siempre Galicia.
Te entiendo perfectamente.
Cuando uno llega parece que nunca se ha ido,que todo sigue igual.La misma gente,el mismo verdor,quizás meneos mariposas,jeje.
Es como si siempre estuviéramos allí.Yo creo que es resultado de vivir pensando en nuestra tierra día a día,vivamos donde vivamos,nuestro corazón y cabeza siempre estará allí,no noso LAR.
Es verdad que a la vuelta parece que el tiempo no ha pasado, que todo sigue exactamente igual… Solo la ausencia de los que ya no están y las hierbas en los caminos nos traen al presente, pero es bonito aún así regresar… Yo hoy estoy recordando esa tarde con mucha morriña y mucha alegría a la vez por haber estado ahi.
Gracias por tus palabras! 😉
Sabía que as #magdalenas eran adictivas, pero non que provocaban tal inspiración! ;o)
Pois xa ves que sí 😉 #adictaasmagdalenasdobatan
biquiños cheos de saudade pola terriña 🙂 dende madrid
Bicos dende Galicia! 😉
Morriña compartida… Acabada de aterrizar de mi aldea, donde conoces a las vaquiñas que te dan de desayunar, donde cuando te mandan por una lechuga, te espera huerto, cuchillo en mano. La morriña ya se siente en el Freire, dejando a los tuyos en la parada del autobús, camino de Barcelona.
Ánimos y muchos besos de una catalana con el corazón dividido como el tuyo.
Hola Eva, me ha emocionado ver que no soy la única … Muchos ánimos a ti si estas ya de vuelta en Barcelona. Un abrazo muy muy fuerte 😉