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Recordando sabores del pasado

Este verano, después de recorrer Galicia de punta a punta, disfruté de unos días especiales, desconectada del mundo, de las prisas y de la ciudad.  En medio de la montaña lucense, volví a reencontrarme con mi niñez y a la vez mis padres , con los que compartí sin duda los mejores días de las vacaciones, recuperaron la suya , y su juventud, explicándome antiguas historias  que ellos recordaban de cuando eran niños: cuál era su día a día, a qué jugaban, cómo se entretenían cuando eran jóvenes y, entre esos recuerdos, hablamos también de gastronomía.

Mientras mi padre encendía la cocina de leña ,que llevaba un año sin funcionar , y el humo invadía la casa ( confieso que cuando volví a Barcelona y saqué el portátil de la funda el olor venía impregnado y estuve “esnifándolo” cual droga adicitiva, durante un rato ) , empezamos a recordar antiguas fiestas , cuando nos apretujábamos toda la familia en el escano y disfrutábamos en esa cocina de divertidas y copiosas ( muy copiosas ) comidas.

En  verano que era cuando nos juntábamos abuelos, tíos y primos, cualquier excusa era buena para montar una fiesta y su consiguiente comilona. Cuando más disfrutaba era cuando se cocía el pan y hacíamos empanadas. Recuerdo la cocina llena de panes preparados para ser horneados, las empanadas ( atún, carne y manzana eran las que soliamos hacer ) , el olor del horno y  después, ese momentazo indescriptible de comer el pan de casa recién hecho. En aquellos tiempos solíamos amenizar las veladas con un concierto improvisado en el que algunos tocábamos la gaita y otros hacían percusión con la típica botella de anís «El Mono»,  mientras el resto bailaban al compás de la música…

Ese día estábamos solo los tres, por lo que el ejercicio de evocar en la memoria tiempos pasados fue , sin duda, mucho más emotivo.

Mientras me empezaron a contar, yo disfrutaba de uno de mis “caprichos gastronómicos” cuando me siento en esa cocina. No tengo memoria histórica de cuando empecé con este vicio, pero cada vez que me siento en el escano detrás de la cocina, el pan y la lata de paté La Piara me acompañan…

Esto me transportó a los tiempos en que en casa había animales y todavía se cultivaba la tierra y  por las tardes hacíamos las chulas ( una especie de buñuelos ) para ir llevarles la “merienda” a los que estaban trabajando en el campo. Nunca he probado unas chulas tan buenas como las que hacía mi abuela. Mis primas y yo más tarde tomamos el relevo, pero nunca conseguimos igualarlas.

En aquella época no pensé que cuando fuera mayor valoraría y recordaría con cariño aquellas tardes cuando íbamos cargando con la cesta llena de esas chulas, algo de carne, pan y chorizo para luego merendar todos juntos debajo de algún castiñeiro.

Me contaban que en su juventud, cuando debían pasar  todo el día fuera en el campo,  una de las mujeres de la casa se quedaba para hacer el caldo y después llevárselo,  junto con unas tazas de barro , para que comieran.  (como si de  una moderna Telepizza se tratara).

Otro tema era ir a la Feira más cercana. En el caso de mi padre, la Feira de Meira, que se celebra cada dos domingos en esta localidad lucense y que está a unos 15 kilómetros de la aldea. Para ir allí me contaba que en las alforjas del caballo llevaba un bocadillo ( que ya lo querría yo para mi) de medio bolo de pan  y un par de chorizos caseros. Allí compraban el vino para acompañar la comida y en el mismo establecimiento comían las viandas que traian de casa. Esto me hizo recordar las novelas históricas que tanto me gustan de la Edad Media. Unas cuantas décadas más tarde, en esa misma feira me dí el gustazo, como comentaba en uno de mis últimos post,  de comer un plato de pulpo en uno de los típicos puestos.

El tema de la comida en Galicia, para mí que me he criado en Barcelona, siempre me ha parecido algo exagerado. Cualquier celebración familiar supone un desfile de platos y más platos… pero no me extraña después de saber los Menús de las fiestas en las respectivas aldeas de mis padres.

A diferencia de hoy en día , antes las fiestas importantes solían celebrarse en los comedores de las casas, que estaban situados en la planta superior. A las fiestas patronales acudían parientes y amigos de la familia que seguro debían marcharse con algún kilito de más. Imagino que hoy se seguirá haciendo sino lo mismo, algo parecido. No se tú pero yo sería incapaz de ingerir semejante cantidad de comida de  una sentada:

Empezaban con unos entremeses  de jamón, chorizo, salchichón y queso caseros. A continuación, una sopa de cocido ( sopa de fideos con la grasa de cocer el lacón ) . Después, el Cocido: lacón, chorizos, patatas y garbanzos ( no había grelos porque no era la época ). Y  a continuación, el asado . Se mataba un cordero o una oveja para la ocasión, y se asaba acompañado de unas patatas.

Todavía quedaba sitio para el postre: flan casero, roscón  y galletas.

Se compraba vino tinto ( en casa no se hacía ) para acompañar la comida. Al finalizar, café y licor ( para los señores ) y anís ( para las señoras ).

Cuando terminaban de comer se salía por la tarde a la fiesta para después volver por la noche ¡a cenar! Y después de cenar, se iba “de ruada” ( fiesta) o de “pola vila” : reuniones en casas de los vecinos , que disfruto todavía cuando voy de vacaciones.( y no faltan el café, las galletas…y, como en mi caso este verano; unas cuantas cervezas en la puerta de casa de mis vecinos bajo un cielo de estrellas.

Mi madre , que es de una aldea a 20 kilómetros de la de mi padre, recuerda que en las fiestas del patrón mis abuelos compraban pastas  y pequeños roscones  y que por 1 peseta les vendían una docena de higos. El resto del menú , a pesar de la distancia, era el mismo.

En otras fechas señaladas del calendario también había platos especiales.

Una fecha señalada como la Navidad, en casa de mi madre era típico en Nochebuena comer lacón con cachelos y tomar arroz con leche de postre mientras en casa de mi padre se mataba un galo de corral  y de postre había buñuelos y flan casero.

Me hablaron  de las “flores” un postre típico de carnaval, que se hacían vertiendo en un molde con forma de “flor” una fina masa, parecida a la de las filloas , se freían en la sartén con aceite muy caliente y una vez hechas se comían con azúcar o miel.

De la Semana Santa mi padre recuerda especialmente las torrijas con vino y los huevos duros, cortados en rodajas y acompañados de sardinas en conserva. No faltaba el caldo gallego y la sopa ( esta vez sin carne ) .

Estaba también la Matanza. Plato típico eran los Roxós ( chicharrones ) y las filloas.

Mientras escribía este post, pensaba en lo que hubiera sido tener entonces herramientas Instagram, Facebook o Twitter. Hubiera tenido un testimonio gráfico impagable y conocería un poco más mis orígenes. Es increíble cómo han cambiado nuestras vidas internet y las Redes Sociales ¿ No crees ?

Después de este recital de tradiciones gastronómicas, compruebo que los platos tradicionales de hace 70 años siguen estando vigentes hoy en día. Además, esos platos han evolucionado hacia una nueva forma de cocina que convive con la tradicional  y que hace de Galicia un lugar de referencia en lo que a gastronomía se refiere con nombres de la talla de Pepe Solla, Javier Olleros, Xose Cannas, Kike Piñeiro , Manel Oliveira  y muchos otros.

Precisamente ayer en el programa «Come  e Fala» de la Radio Galega en mi colaboración habitual en la sección “Blogueando” le explicaba a José Manuel García mis recuerdos gastronómicos de la niñez cuando veraneaba en mi paraíso particular, Mestre. Puedes escuchar mi intervención en el siguiente link, a partir del minuto 35:

Come e Fala, domingo 13 de Octubre de 2013

Este tipo de charlas con mis padres se volverán a repetir, igual que lo han hecho todos estos años. El resultado ya lo veis, nadie mejor que ellos define el por qué de Galicious, sus historias y el amor por Galicia, el que me han inculcado a mi.

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Mónica Castelao

Necesito sentir para escribir. Me gusta escribir con el alma. Barcelonesa de nacimiento y gallega de sentimiento. Mis padres son los culpables de esta pasión por la tierra que los vio nacer. Y esa tierra, Galicia, es la que hace brotar mi particular forma de escribir. Profesora de Turismo y Marketing. Enamorada de Ribeira de Piquín.

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Sobre la autora

Turismóloga reconvertida en Profesora de Turismo y Marketing | Bloguera | |Enamorada de Ribeira de Piquín | Fan de a-ha y de los gatos negros.